Luis Miguel López y Toñi Martínez.
Cuando en febrero de 1989 cinco amigos decidieron dar el paso -y la cara- visibilizando al colectivo de gays, lesbianas y transexuales de Murcia a través de una asociación, el matrimonio homosexual era algo casi impensable, ver a dos chicos o a dos chicas de la mano por la calle era insólito, y por descontado, la posibilidad de que estas parejas adoptasen ni siquiera se vislumbraba. Hoy, veinte años después, muchas cosas han cambiado, y la normalización de la homosexualidad ha llegado, o casi, a la sociedad.
Aquellos cinco pioneros decidieron bautizar su iniciativa con el nombre de No te prives. Hoy, la asociación da cabida a más de cien socios y atiende las demandas de muchos chicos y chicas que se acercan a su sede, en el centro juvenil Yesqueros, en busca de información u orientación. No te prives arrancó ligado a nombres clave del activismo gay en Murcia como Lola Griñán o Jordi Moll. Quienes han cogido el testigo se enfrentan ahora a una realidad distinta. «Cuando la asociación comenzó no se disfrutaba de la sensación de libertad que hay en estos momentos. Se ha avanzado mucho, en derechos y en visibilidad», reflexiona Luis Miguel López, coordinador de la ONG.
Hoy, las parejas homosexuales acuden a los juzgados y ayuntamientos de la Región a casarse, y los antiguos guetos parecen abrirse. La principal zona de ocio de Murcia, Las Tascas, es un ejemplo: los gays y lesbianas comparten aquí espacio con el resto de jóvenes con absoluta normalidad. «Eso está muy bien, pero no es lo mismo ir por el centro un sábado por la noche que un lunes a la luz del día de la mano de tu pareja por un pueblo», recuerda Luis Miguel. Por eso, cree que es necesario seguir luchando. Poco a poco, No te prives ha ido dando pasos. El año pasado celebró por primera vez el Día de la Visibilidad Lésbica. Varias decenas de chicas se besaron en público en la plaza de Santo Domingo.
Ellas parecen haber cogido el relevo del activismo gay. Hoy es una mujer, Toñi Martínez, la que preside en funciones la asociación. «Los hombres no daban un duro por nosotras cuando decidimos crear un grupo de lesbianas», bromea.
En la organización también hay lugar para los transexuales, los más marginados socialmente. El Servicio Murciano de Salud todavía no financia las operaciones de cambio de sexo, algo que sí hacen la sanidad pública andaluza y madrileña, por poner sólo dos ejemplos.
No es el único aspecto en el que la Región «va por detrás». Murcia es «muy conservadora» y el apoyo que ha recibido el juez Calamita «es una muestra de ello», reconoce Luis Miguel López. «Todavía hay mucha gente que sufre la opresión de su entorno más cercano, que no se atreve a contarlo». Por eso, en No te prives creen que su lucha aún tiene sentido, y que dormirse en la autocomplacencia es un error que puede costar caro.
Cuando en febrero de 1989 cinco amigos decidieron dar el paso -y la cara- visibilizando al colectivo de gays, lesbianas y transexuales de Murcia a través de una asociación, el matrimonio homosexual era algo casi impensable, ver a dos chicos o a dos chicas de la mano por la calle era insólito, y por descontado, la posibilidad de que estas parejas adoptasen ni siquiera se vislumbraba. Hoy, veinte años después, muchas cosas han cambiado, y la normalización de la homosexualidad ha llegado, o casi, a la sociedad.
Aquellos cinco pioneros decidieron bautizar su iniciativa con el nombre de No te prives. Hoy, la asociación da cabida a más de cien socios y atiende las demandas de muchos chicos y chicas que se acercan a su sede, en el centro juvenil Yesqueros, en busca de información u orientación. No te prives arrancó ligado a nombres clave del activismo gay en Murcia como Lola Griñán o Jordi Moll. Quienes han cogido el testigo se enfrentan ahora a una realidad distinta. «Cuando la asociación comenzó no se disfrutaba de la sensación de libertad que hay en estos momentos. Se ha avanzado mucho, en derechos y en visibilidad», reflexiona Luis Miguel López, coordinador de la ONG.
Hoy, las parejas homosexuales acuden a los juzgados y ayuntamientos de la Región a casarse, y los antiguos guetos parecen abrirse. La principal zona de ocio de Murcia, Las Tascas, es un ejemplo: los gays y lesbianas comparten aquí espacio con el resto de jóvenes con absoluta normalidad. «Eso está muy bien, pero no es lo mismo ir por el centro un sábado por la noche que un lunes a la luz del día de la mano de tu pareja por un pueblo», recuerda Luis Miguel. Por eso, cree que es necesario seguir luchando. Poco a poco, No te prives ha ido dando pasos. El año pasado celebró por primera vez el Día de la Visibilidad Lésbica. Varias decenas de chicas se besaron en público en la plaza de Santo Domingo.
Ellas parecen haber cogido el relevo del activismo gay. Hoy es una mujer, Toñi Martínez, la que preside en funciones la asociación. «Los hombres no daban un duro por nosotras cuando decidimos crear un grupo de lesbianas», bromea.
En la organización también hay lugar para los transexuales, los más marginados socialmente. El Servicio Murciano de Salud todavía no financia las operaciones de cambio de sexo, algo que sí hacen la sanidad pública andaluza y madrileña, por poner sólo dos ejemplos.
No es el único aspecto en el que la Región «va por detrás». Murcia es «muy conservadora» y el apoyo que ha recibido el juez Calamita «es una muestra de ello», reconoce Luis Miguel López. «Todavía hay mucha gente que sufre la opresión de su entorno más cercano, que no se atreve a contarlo». Por eso, en No te prives creen que su lucha aún tiene sentido, y que dormirse en la autocomplacencia es un error que puede costar caro.
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